Edición: Diana Rivera P.
Teniendo en cuenta que este espacio ha sido creado para el pronunciamiento plural y diverso sobre todo lo referente al Municipio de Puerto Colombia. A continuación le damos la palabra a Consuelo Posada; Colombiana, Magíster en ciencia e historia de la literatura e Investigadora en el campo literario, quien ha realizado numerosos proyectos, libros, artículos, trabajos dirigidos, tutorías y quien actualmente reside en Puerto Colombia. En su afán por pronunciarse de alguna manera ante un tema de gran trascendencia como lo es la conservación del patrimonio arquitectónico en el municipio, nos hizo llegar un comunicado de interés general sobre un hecho acontecido en los meses pasados que puede seguir produciéndose sin un verdadero empoderamiento de la comunidad, es solo a través de este tipo de ejercicios que la ciudadanía puede hacer un verdadero control político. A continuación les presentamos su artículo.
Texto y fotografías: Consuelo Posada
En el viejo Prado, donde la gente que se reconocía por su apego a remotas tradiciones se había venido agrupando después de abandonar a la voracidad de los buldozer, sus dignos caserones construidos alrededor de la iglesia de San Nicolás, último vestigio de un pasado que sabían ya perdido, pero cuya nostalgia guardaban vagamente en el fondo del corazón.
Marvel Moreno. La muerte de la acacia
Puerto Colombia y Barranquilla conocieron juntos el esplendor de las primeras décadas del siglo XX, con la llegada masiva de las migraciones extranjeras que cambiaron la historia local. La construcción del muelle marítimo de Puerto Colombia convirtió a este municipio en la puerta de entrada del desarrollo económico y cultural del país y Barranquilla, la ciudad vecina, vivió el florecimiento de su vida diaria con la consolidación de los grupos de artistas, arquitectos y hombres de letras que enriquecieron su cultura.
En esos años, Puerto Colombia pudo saborear el bienestar económico y la vida fastuosa que traían los extranjeros. Los historiadores detallan el ambiente internacional que vivía el Puerto y cuentan que aquí se escuchaba el charlestón, la danza, el pasodoble, el porro, la cumbia y que, además de las orquestas que presentaban los hoteles, los buques que llegaban, en su mayoría viajaban con sus músicos propios (Palacio, 2011). La llegada de los inmigrantes generó también una industria turística, y Puerto Colombia se convirtió en un balneario que albergaba no sólo a los visitantes extranjeros, sino también al turismo cercano de Barranquilla y aún al turismo nacional que venía a veranear en las casas de campo. Muchos de los extranjeros se quedaron y organizaron instalaciones hoteleras suficientes para alojar a los viajeros. Entre los hoteles más importantes se citan el Esperia, el Atlántico, el Estambul, el hotel Viña del mar, el Spany bar, el Capy, el Luna Park, el Dorado y el gran Hotel Puerto Colombia. El hotel preferido por los turistas extranjeros, por los habitantes de Barranquilla y del interior del país era el hotel Esperia y muchos venían especialmente a pasar allí su luna de miel (Palacio, 2011).
Pero, de la misma manera como habían compartido la bonanza, Barranquilla y Puerto Colombia vivieron, al mismo tiempo, los años de crisis, cuando el muelle dejó de funcionar y los barcos no llegaron más. Y, para sellar el aislamiento de Puerto Colombia, el ferrocarril que unía el Puerto con Barranquilla terminó sus días y los rieles fueron levantados en 1943. Pero, como testimonio de los tiempos de gloria, quedaron en Puerto Colombia y en Barranquilla las huellas físicas en sus edificaciones. De este pasado, Barranquilla ha logrado conservar el tradicional barrio El Prado, protegido como patrimonio desde 2005, pero ha visto desaparecer muchas de sus construcciones representativas. Halim Badawi denuncia, entre otras, la demolición del Teatro Metro, una construcción de 1946, donde se presentaron personajes como Carlos Gardel y Cantinflas, para construir varias torres de apartamentos enrejados. Denuncia también la negligencia de algunos gobernantes, como Alejandro Char “a quien no parece gustarle mucho la arquitectura moderna de Barranquilla” y lo señala de atentar contra los bienes patrimoniales de la ciudad (Badawi, 2015). Pero, a pesar de las denuncias sobre los atropellos cometidos con la arquitectura barranquillera, puede sentirse que sus edificaciones históricas tienen dolientes. Tal vez, por su organización de ciudad plural, con muchas voces y, tal vez por la fuerza de las Facultades de arquitectura que han sentado sus criterios en defensa del patrimonio. Además, los ciudadanos se sienten arraigados en la historia. Cuando se construyó el supermercado Carrefour, los vecinos organizaron una protesta que recogía firmas y obligó a hacer acuerdos sobre la manera como debería organizarse la construcción para minimizar el impacto sobre la armonía arquitectónica del entorno.
Pero en Puerto Colombia el único motivo de nostalgia parecería ser el muelle, que se ha ido cayendo a pedazos y ya aparece como irrecuperable. Pero frente a los edificios que siguen en pie y que conforman el patrimonio arquitectónico vivo, no se muestra ningún interés en sus habitantes. Cuando buscaba la información para este trabajo y tomaba las fotos de la nueva construcción que se levanta en los terrenos de lo que fue hasta pocos días El viejo edificio del Hotel Viña del mar, los transeúntes me hicieron sentir que ellos estaban orgullosos, desde ahora, por la sede de la Supertienda Olímpica que se construirá en ese lugar y que para ellos representa la imagen del “progreso”.
El Hotel Viña del mar fue construido bajo el encargo de su propietario el doctor Carlos Posada Gaviria, en ese entonces médico del municipio, y después pasó a ser propiedad de la pareja formada por el señor Manuel Vaqueiro y la ciudadana francesa Jeanette Pompidou (Rodríguez, 2014). Frente a esta demolición, cabe preguntarse dónde quedaron los controles de la oficina de desarrollo territorial de Puerto Colombia?. No están funcionando el Consejo municipal de Planeación y el Comité Departamental de Arquitectura, encargados de analizar casos como éste?. En el artículo 73 del Plan de Ordenamiento Territorial vigente, para Puerto Colombia, el municipio se obliga a “desarrollar un plan especial de protección patrimonial orientado a identificar, valorar, proteger y conservar los bienes culturales y según este plan, el municipio podrá incorporar edificaciones de interés cultural al listado existente”. Pero aquí la administración municipal no cumplió con el compromiso de elaborar un Plan de protección patrimonial para las edificaciones de interés cultural. Si bien existe un plan de protección y manejo del muelle, la Administración municipal y el Concejo deben ampliar el área de protección patrimonial del centro histórico. La norma establece la necesidad de identificar los inmuebles que deberán conservarse y ofrecer incentivos tributarios y apoyo al mantenimiento de las edificaciones locales.
El Hotel Viña del mar aparece reseñado como uno de los bienes de interés cultural del municipio, en los listados de las universidades tanto de la Corporación Universitaria de la Costa (CUC), como de la Universidad del Atlántico (Palacio, Echenique, 2011). Y la Universidad Autónoma promocionó una tesis de grado para realizar una remodelación virtual al Hotel Viña del mar, que buscaba su declaratoria como bien cultural, protegido por el Ministerio (Vargas, 2013).
Pero en Puerto Colombia no hubo ninguna autoridad que se interesara en buscar la manera de proteger el edificio y no hubo un llamado a la comunidad para que manifestara sus juicios. Ni siquiera la Fundación Puerto Colombia que en otros momentos sirvió de orientadora frente a los problemas culturales del municipio y dirigió los conversatorios sobre el Plan estratégico para el desarrollo de Puerto Colombia, propició un mínimo debate sobre el tema. Era en este momento cuando tenían que aparecer los “Vigías del Patrimonio” que trabajan para la Fundación, bajo el auspicio de la Gobernación del Atlántico.
Y ninguno de los candidatos a la alcaldía, ocupados todos en las formalidades del juego electoral, se pronunció frente a la inminente demolición. Los pocos interesados que habíamos visto de cerca la belleza de los mosaicos interiores ni siquiera pudimos rescatar las piezas, para tenerlas de recuerdo. La mañana de la anunciada demolición estuvimos muy temprano pero nos informaron que la
maquinaria había arrasado todo. Es decir, nadie se detuvo a preguntarse si valía la pena salvar con cuidado algunos de los ornamentos.
Bienvenido un supermercado para Puerto Colombia pero no allí, exactamente en la zona de la acera donde están, además del Viña del mar, el Hotel Estambul y a pocos metros el Hotel Esperia. Su ubicación, en medio de la vía principal, representará un nudo en la circulación vial. La nueva construcción, apenas en sus
inicios, ya violentó el entramado natural del municipio. En la parte posterior de la edificación, que mira hacia el malecón, las máquinas arrancaron la capa de vegetación existente y destruyeron los pocos nichos ecológicos de los cangrejos azules y de otras especies nativas.
Pero aquí hay otra violación mayúscula: el artículo 74 del POT especifica un área de influencia para las edificaciones de patrimonio cultural y allí se explica que los predios que rodean por todos los costados al inmueble declarado patrimonio deberán servir para destacar las condiciones del inmueble y deberán resaltarlo y no opacarlo. Y el artículo 75 exige que los nuevos proyectos que se construyan en la zona de influencia de los bienes culturales deberá cumplir algunas normas: los parámetros la altura máxima permitida no podrá sobrepasar al inmueble declarado protegido. Además, el nuevo proyecto en predios correspondientes a estas áreas deberá tener como premisa de diseño una armonía y correspondencia con los elementos volumétricos y fachada del inmueble. Ninguna de estas normas se cumplió. No sólo se destruyó el viejo Hotel Viña del mar, tampoco la nueva construcción respetó los límites de altura, de volumen y de estilo, exigidos por el artículo 75 del POT, para proteger al Hotel Esperia y al Hotel Estambul.
Es importante la defensa del patrimonio, mirada como la unión del presente con los hilos del pasado, y por esto no se puede permitir que en Puerto Colombia se demuelan los edificios que hacen parte de una tradición y cuentan un capítulo importante de su historia. En otros lugares del mundo los habitantes se habrían apostado en las aceras para impedir que el edificio se tumbara. Ahora, con el auge en la construcción que en este momento se vive en Puerto Colombia es muy posible que los otros hoteles históricos sean seducidos por las propuestas de las constructoras que levantarán allí altas moles de cemento. Concretamente, el histórico Hotel Estambul, que todavía se mantiene como Hotel y restaurante, está ubicado lastimosamente al costado de la próxima tienda Olímpica y según los vecinos es ya motivo de interés para los constructores del supermercado y correrá el grave peligro de convertirse en el gran parqueadero de la nueva Supertienda.
Cómo explicarle a alguien que nunca ha oído hablar de memoria histórica, de patrimonio y de identidad cultural, que en otros lugares de Colombia y del mundo la gente libra duras y largas batallas para defender los lugares que guardan la memoria de toda la comunidad y que servirán de referentes para que las nuevas generaciones puedan entender su historia.
BIBLIOGRAFIA
- Badawi, Halim. Barranquilla, Arquitectura en crisis. En: Revista Arcadia, 2015, 1, 22
- Palacio, Echenique, Bernardo y otros. Análisis estético de inmuebles de interés cultural ubicados en el municipio de Puerto Colombia (Asesor Juan Carlos Pérgolis). En: Revista Módulo. Volumen 1. Número 10, Julio 2011. Barranquilla, Colombia .
- Rodríguez González Rigoberto. Puerto Colombia un patrimonio histórico cultural. Barranquilla, 2014
- Vargas Jiménez, Ricardo. Proyecto de restauración virtual del hotel viña del mar investigación de la Universidad autónoma del Caribe. Universidad Autónoma del Caribe, Facultad de arquitectura arte y diseño. Barranquilla, 2013.
La Fundación Puerto Colombia, la cual tiene dentro de sus objetivos y fines “el fomento y la promoción de las actividades de formación y divulgación de la memoria histórica del municipio de Puerto Colombia, del departamento del Atlántico y el país.” Apoya el pronunciamiento expuesto anteriormente por la autora. Como Fundación hemos venido realizando una labor interna de visitas a empresas de diferentes campos, específicamente a las de turismo y a las universidades del municipio; esto, con el interés de mostrar la problemática que se viene presentando y así encontrar soluciones por parte de instituciones públicas o privadas que tenga algún interés en la preservación de la tradición arquitectónica del municipio. Desafortunadamente hasta el momento no se ha llegado a ninguna solución pero si hemos creado una alerta constante que posiblemente pueda tener repercusiones positivas, con el ánimo de crear conciencia sobre la importancia de invertir en Puerto Colombia teniendo en cuenta toda la normatividad que en el artículo se menciona.
Los vigías del patrimonio cultural, programa de la gobernación del Atlántico, “el cual funciona bajo el esquema de voluntariado, y en el cual se podrá diseñar y desarrollar propuestas y planes de trabajo referentes a preservación, salvaguarda y difusión del patrimonio cultural”[1]. Es una figura que la Fundación Puerto Colombia, dentro de sus objetivos, seguirá fortaleciendo y consolidando con ayuda de la presencia de aliados que propicien la mayor participación de la comunidad en este tipo de iniciativas. Actualmente se ha venido trabajando en la creación de un proyecto que reviva la Ruta Histórica de Puerto Colombia, haciendo uso de los vigías del patrimonio como guías de la misma, quienes serían estudiantes de colegios como el Simón Bolívar; dicha iniciativa se encuentra en fase de gestación. Seguiremos trabajando para lograr empoderar a la comunidad con este tipo de herramientas que en la presente problemática serían de gran apoyo para una adecuada veeduría pero se hace indispensable, la colaboración de terceras manos que se unan para una mayor rapidez y eficiencia en la promoción de este programa.
Por otra parte, compartimos la preocupación de la autora al citar los numerosos atropellos que se han venido realizando en contra de la reglamentación jurídica que ayuda a preservar el patrimonio arquitectónico, fue esta una de las razones primordiales por la que nuestra Ex directora Hortensia Sánchez renuncio al trabajo privado para ser aspirante a la alcaldía de Puerto Colombia y desde allí tener la posibilidad directa de planear, crear, ejecutar, controlar y evaluar políticas públicas que fomenten un POT (plan de ordenamiento territorial) acorde con todas las necesidades del municipio.
Desde la Fundación Puerto Colombia, a través de todas las herramientas culturales que estén a nuestro alcance, continuaremos trabajando inalcanzablemente en el empoderamiento y la concientización que la población debe tener de todas las fortalezas de su territorio, en especial en lo que respecta al campo histórico, turístico, medio ambiental y artístico.
Invitamos a Consuelo Posada y a todo y toda aquella persona interesada en conocer más sobre las iniciativas que hemos venido gestionando sobre el presente tema, debido a la gran preocupación e interés que esto suscita, a que se acerquen de manera formal y directa para en conjunto y desde la ciudadanía seguir desarrollando planes estratégicos que promuevan la preservación del patrimonio arquitectónico en el municipio a través del respeto a la Ley.
[1] Contrato de comodato entre la Gobernación del Atlántico y la Fundación Puerto Colombia.